El acné es una de las patologías de piel más frecuentes en la consulta, que puede afectar hasta el 85% de los adolescentes y el 45% de las mujeres adultas entre 25 y 40 años. Puede aparecer a partir de los 25 años por primera vez en el 20% de las mujeres aunque no hayan tenido antes en la adolescencia.
Se caracteriza por las siguientes alteraciones de la piel principalmente de la cara, pecho, hombros y espalda:
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- Piel grasa.
- Comedones en forma de espinillas, puntos blancos y puntos negros.
- Pápulas y pústulas que son granos inflamados.
- Nódulos y quistes como granos más profundos.
- Manchas rojas y marrones.
- Cicatrices hundidas (atróficas) o abultadas (hipertróficas ó queloides).
El acné se desarrolla por la combinación de varios factores:
- Alteración en la queratinización del folículo sebáceo, con exceso de proliferación de los queratinocitos y la queratina más densa, produciendo el taponamiento del poro.
- Producción excesiva de sebo por un aumento de la función de las glándulas sebáceas, debido principalmente a la estimulación por los andrógenos (hormonas sexuales masculinas) presentes en ambos sexos.
- Inflamación por rotura de las paredes del folículo y la glándula sebácea, saliendo al exterior su contenido de sebo, queratina, residuos y bacterias produciendo una reacción a cuerpo extraño.
- Crecimiento excesivo de la bacteria presente en el folículo sebáceo llamada Propionibacterium acnes, que estimula una mayor inflamación y la rotura del folículo.