- Exposición solar frente a radiación ultravioleta A y B. Es el factor más importante. Mejora durante el invierno y empeora durante o tras el verano. También puede influir la luz azul visible y la radiación infrarroja.
- Edad. Es más frecuente entre los 30-40 años. A partir de los 50 años se reduce la aparición de melasma debido a la menopausia y la disminución del número y actividad de los melanocitos que ocurre con el envejecimiento.
- Predisposición genética. Puede haber antecedentes familiares hasta en el 40% casos.
- Hormonas sexuales femeninas por altos niveles de estrógeno, progesterona y melanocortina. Es más frecuente en mujeres adultas que toman anticonceptivos o terapia hormonal sustitutiva.
- Embarazos. Sobre todo en el tercer trimestre se activa más la producción de melanina. Las mujeres embarazadas pueden desarrollar antes la enfermedad y tienen más áreas faciales afectadas pero no se relaciona con otras áreas corporales.
- Inflamación de la piel por enfermedades de base o procedimientos estéticos que producen hiperpigmentación postinflamatoria.
- Episodios estresantes y trastornos afectivos.
- Algunos productos cosméticos y fármacos orales fotosensibilizantes. Estimulan la producción de melanina ante la exposición solar.