Es un trastorno de la hiperpigmentación adquirido, de localización preferentemente facial, que origina unas manchas marrones irregulares. Es más frecuente en mujeres adultas jóvenes y personas de piel oscura. Puede también afectar a otras zonas como cuello y antebrazos.
Produce una alteración estética con afectación psicológica y emocional importante ocasionando sentimientos de vergüenza, baja autoestima, insatisfacción y falta de motivación para salir y relacionarse socialmente.
Es una enfermedad crónica y recurrente, de causa desconocida. Debemos saber que a lo largo de la vida tendremos rebrotes de las manchas pero también podremos controlarlos.
Tendremos en cuenta varios factores como el tiempo de evolución del melasma, los tratamientos realizados, otras enfermedades, si está con tratamiento hormonal ó si tiene deseos de embarazo, y las preferencias y las expectativas de la paciente.
Lo más importante es la prevención con fotoprotección frente rayos UVA/UVB y luz visible con factor mínimo de 30, con agentes físicos como óxido de cinc, óxido de hierro, o dioxido de titanio. También se recomiendan medidas físicas de protección como el uso de sombrero, gorra, gafas de sol y evitar las horas de mayor radiación solar (de 12 a 16 horas).